Señor director,

Hoy se celebra el Día Internacional contra la Homo, Lesbo, Bi y Transfobia (IDAHOT, por sus siglas en inglés), en conmemoración de la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud, el 17 de mayo de 1990. Sin embargo, y pese a los avances que hemos tenido, aún la discriminación se mantiene y manifiesta en distintas esferas de nuestra sociedad.

En primer lugar, lo podemos identificar en nuestra legislación. Hoy se mantienen diferencias estructurales hacia las personas lesbianas, gays y bisexuales en la conformación de sus relaciones familiares –tanto en el acceso al matrimonio como en el reconocimiento expreso de sus vínculos con sus hijos-; como también hacia las personas trans, que a más de cinco años de ingresado el proyecto de ley de identidad de género, aún no se les reconoce expresamente su derecho a la identidad.

Lo podemos observar también en nuestras políticas públicas. Hoy en día la mayoría de los ministerios y servicios públicos desconocen las brechas que en el ejercicio de sus derechos encuentran las personas LGBTI, especialmente en materias tan delicadas como educación, salud, vivienda, y trabajo. De esta forma, al no identificar y medir esas brechas, el Estado también naturaliza la discriminación.

Finalmente, se observa en la violencia. Hace unos días, en Chillán, un hombre trató de prenderle fuego a una discoteca lésbica. Esto no es un hecho aislado, si recordamos lo ocurrido en Valparaíso en Divine o en Orlando, Estados Unidos,  hace un par de años, donde murió medio centenar de personas. Junto con esto, están los crímenes sin justicia de Nicole Saavedra y Mauricio Lepe, asesinados por su orientación sexual.

Los esfuerzos por terminar la discriminación no se agotan simplemente en el reconocimiento de derechos a través de la legislación, sino también en políticas públicas inclusivas y en la investigación y condena, sin matices, de la violencia. Lograr terminar con esa discriminación es y será tarea de todos nosotros como miembros de la sociedad.

Juan Enrique Pi

Presidente ejecutivo

Fundación Iguales.

Lee esta carta en El Mercurio.