A pesar de las múltiples estrategias dilatorias, de la férrea oposición de diversos grupos políticos y de algunas amenazas por parte de líderes religiosos, este sábado se cumple un año desde que los chilenos y las chilenas podemos acceder al estado de conviviente civil. Se trata de una victoria social que tomó demasiados años en consolidarse: 11 años de marchas, de campañas y de la progresiva sensibilización de la población respecto a las necesidades no solo de gays, sino también de lesbianas y bisexuales.

Aunque la ley que da vida a este nuevo estado civil no estuvo exenta de polémicas, hoy celebramos que, de los 206 años de nuestra historia, hemos cumplido el primer paso en que el Estado de Chile reconoce a las parejas del mismo sexo como familia. Esto representa  un avance importante en materias de igualdad, inclusión y fortalecimiento de la democracia.

¿Qué tienen que ver las uniones civiles con la democracia? Mucho. La igualdad de derechos no debe ser solo una bandera de lucha, sino más bien un compromiso que el Estado asume para transformarlo en oportunidades que incentiven el ejercicio de la ciudadanía. Así, leyes como la de la unión civil demuestran que el Estado no es un agente neutral al que le otorgamos el poder de gobernarnos, sino una institución humana y perfectible. Se trata del producto de una continuidad histórica con el cual dialogamos cada vez que levantamos nuestras demandas por igualdad y no discriminación.

Por supuesto, estamos conscientes de que la ley tiene falencias y que hay aspectos que deben mejorarse de manera significativa. Por ejemplo, resulta inaceptable que no se consideren a los hijos e hijas de las uniones constituidas por una pareja de mujeres o una de hombres. Asimismo, y teniendo muy en cuenta la necesidad de contar con familias para menores que están bajo el cuidado del Estado, resulta de escasa lógica que contraer la unión civil inhabilite de manera automática a las parejas que quieran acceder a la adopción.

A pesar de lo anterior, celebramos a las más de 6.362 parejas que han confiado en esta nueva institución y, en particular, a las 1.493 del mismo sexo que por primera vez en la historia de este país finalmente son consideradas como familia. Celebramos de buena gana, porque la unión civil ha comprobado existe la voluntad política y legislativa para avanzar hacia la inclusión y hacia nuevas institucionalidades que reflejen las necesidades de la sociedad actual. Esperamos que pronto estemos en condiciones de celebrar con la misma alegría el envío de un proyecto de ley de matrimonio igualitario con filiación para Chile.

Isabel Amor.

Directora de Formación y Activismo.

Fundación Iguales.

Columna publicada en diario HoyxHoy.