Los humanos somos una especie bastante peculiar, somos aquella especie que logró superar la mera existencia y comenzó a buscarle un significado a su propia vida, a cuestionarse quién es.

¿Quién soy?

Muchos filósofos se hicieron esta pregunta, a mí me acompañó desde siempre; desde que me dijeron que la identidad que yo sentía y expresaba no era correcta, que esa no era yo.

La mayoría de las personas se siente cómodas mientras crecen, con lo que se espera de ellos en relación a su sexo y género; al mismo tiempo, observan al mundo, se comparan con los demás y todo cobra sentido. Esta cotidianidad se vuelve “sentido común” y, en una aparente uniformidad, siguen su camino sin preguntarse ¿es eso lo que experimentan todos mientras crecen? Hoy sabemos que no, la realidad es mucho más diversa de lo que la mayoría piensa.

La ley de identidad de género -que se está discutiendo en el Congreso- no viene a cambiar la realidad de nadie ni imponer una postura por sobre otra, simplemente busca reconocer la identidad de quienes no nos sentimos identificados con la que nos dieron al nacer.

Hacer frente a nuestra existencia en lugar de negarla, reconoce un espacio para nuestra identidad en la sociedad y, en el caso de los niños trans, entrega herramientas a sus padres para que ellos, no el Estado, puedan decidir lo que es mejor para sus hijos y su familia. ¿Existe acaso una edad mínima para ser querido, reconocido y aceptado? Negar y reprimir una identidad puede arrastrar a la depresión, al aislamiento, a la ansiedad e incluso a un posible suicidio. No podemos seguir sobre exigiéndole a niños y jóvenes a comportarse y ser lo que no son y no sienten.

Cualquier cambio cuesta, y sé que todos vemos la vida desde nuestros propios lentes, junto con nuestra mochila de prejuicios, vivencias e historias. Lamentablemente los juicios y prejuicios no ayudan a regular nada. Por eso le pido a los parlamentarios, que los dejen en la puerta del Congreso a la hora de legislar.

Nosotros los trans, existimos.

Estimados senadores y diputados, ayúdennos con su voto y derriben esas barreras imaginarias que nos separan para construir un Chile donde la discriminación no limite los sueños de nadie.

Los invito a sumarse a quienes creemos que una sociedad donde todos tengamos la posibilidad de desarrollar nuestros proyectos de vida en libertad, es definitivamente un mejor lugar para vivir, no solo para las personas trans, si no que para todos.

Alessia Injoque

Directora Fundación Iguales

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