El proyecto de reforma constitucional que presentaron los parlamentarios UDI Gonzalo Arenas y Gustavo Hasbún, es fruto de la ignorancia o, lo que es peor, del menosprecio de un sector político por la realidad de un gran número de familias homosexuales. Hasta hoy, estas familias deben enfrentar la vida en forma precaria y frágil, sin la menor protección de las leyes que el Estado reserva a las familias heterosexuales.

Creemos que la pretensión de resguardar constitucionalmente el matrimonio para la unión afectiva entre un hombre y una mujer tiene su origen en el temor que despierta en una pequeña parte de la sociedad chilena la pérdida de privilegios, un temor que claramente no responde al ánimo de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de este país que comprenden la injusticia que reviste privar a las familias homosexuales de cualquier apoyo y amparo.

Fundación =Iguales postula que el matrimonio igualitario constituye un paso decidido hacia la equidad: un avance necesario para terminar con la supremacía moral que unos pocos se arrogan, supremacía que ha lastrado la convivencia social de nuestro país por siglos, retardando la igualdad de las mujeres ante la ley, el acceso a la educación y a los derechos sociales. El matrimonio es una institución central y ubicua en nuestra sociedad y debe estar abierto a todas las parejas que quieran adquirir ese compromiso de vida. El matrimonio no es privilegio de aquellos que cumplen con un código particular de conducta, sino que es un derecho de todo ciudadano.

Les recordamos a nuestros parlamentarios que su labor es velar por el bien de todos los chilenos y chilenas por igual y no sólo de quienes se les parecen en su forma de enfrentar la vida. En un Estado laico, el bienestar social brota de la diversidad y no de la uniformidad.